sábado, 24 de abril de 2010
Aprendiendo del ÉXITO
Es más fácil aprender del fracaso que del éxito , por supuesto que para lograrlo es necesario humildad, virtud fácil de mencionar, difícil de hacerla realidad. Se requiere tener una actitud auténtica de aprendizaje y bastante valor para enfrentarse a uno mismo y preguntarnos, "¿en qué me equivoque?" Si lo logramos, la experiencia pasa ser de un fracaso a una lección, por lo cual por supuesto tuvimos que pagar la colegiatura correspondiente, una vez aprendida la lección estamos mejor preparados para enfrentar los nuevos retos que nos hemos propuesto lograr.
En cambio para aprender del éxito se requiere además de humildad ejercer la virtud de admiración, más allá de la envidia, el entender y aceptar que el éxito cuando lo observamos en los demás es una maravillosa lección de lo que los otros han podido lograr. Y cuando se trata de nuestro propio éxito es indispensable rebasar la tentación de la soberbia, cuestionarnos sinceramente a que se debió nuestro triunfo para asimilarlo y en el siguiente intento superarlo. La soberbia empaña el éxito logrado, fractura nuestra relación con los demás cuando creemos que solamente se debieron a nosotros los resultados obtenidos, cuando menospreciamos la colaboración que hemos recibido, cuando estamos ciertos que todo lo debemos a nuestro talento, nos hace sentirnos únicos e infalibles.
La sobreestimación como la subestimación nos lleva inevitablemente a la amargura y la soledad pues sentimos que nadie nos merece, y sin querer queriendo nos alejamos sintiéndonos incomprendidos. Los líderes asimilan el éxito con humildad, les produce gratitud y reconocen el papel que han desempeñado sus colaboradores, saben que sin ellos no hubieran alcanzado lo resultados obtenidos. El amor inicia con admiración sin ella no es posible interesarse por el otro, es el camino al descubrimiento, es la sensación de sentirse sorprendido de las habilidades y destrezas que nosotros creemos no poseemos, y que nos invita a emularlo pues en el fondo de nuestro ser sabemos que si otro lo logró yo también puedo realizarlo.
El éxito es la escuela del éxito, una ruta ya probada, un camino ya recorrido, es la gran oportunidad de aprender de los mejores, y cuando se trata de nuestro propio éxito es la capacidad de digerirlo analizando los factores que coincidieron para lograrlo, representa una magnífica oportunidad de mejorarlo, además de agradecer a todos aquellos que colaboraron. El reconocimiento es una deuda de honor que nunca olvidan los Líderes de Excelencia.
Honor a quien honor merece, el triunfador nunca deja de reconocer la contribución de sus seguidores, de los factores que se sumaron, de las circunstacias que, aun cuando muchas en su inicio parecían adversas, favorecieron los resultados obtenidos. Aprenden de ellos mismos logrando acrecentar su propia autoestima y la de su equipo.
Los Secretos del Líder
Miguel Angel Cornejo
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